Por: Aguilar Sana, Narciso
A pesar de que
soy viejo y viví esa ola juvenil y encuentro un gusto culposo en
unas canciones de la música conocida como “Rock
En Tu Idioma” nunca me vi a mi mismo apreciando la música del famoso grupo Soda Estéreo. Ni de las canciones de Cerati como solista;
eso hasta que salió su última placa “Fuerza Natural” donde
voltee a verlo una última vez.
Fue en el año 2009, cuando un, en ese entonces, joven conocido mío
llevaba en mano una revista de música en la que había una
entrevista con Cerati por su nuevo disco próximo a
salir “Fuerza Natural”
(obviamente). En dicha revista había un photoshoot que más que
la entrevista, y más que el artista en si me llamo la atención. Un hombre a sus 50 años viéndose tan joven con un árbol
con pocas hojas y la neblina de fondo genero un punctum muy fuerte en mi, en
mis adentros se formo rápidamente el esbozo de una historia acerca de un héroe viejo y ya sin poderes, una cosa en apariencia infantil material para
cómic, pero con un fuerte contenido sobre la mortalidad y lo poco que valen
nuestros actos dentro de El Gran Escenario...
De regreso a la
realidad compre el disco, y lo escuche un par de veces; honestamente me
interesaron solo un puñado de canciones, no digo que sea un disco malo
pues no le veo peros a escucharlo completo, pero tampoco le veo peros a no
escucharlo completo.
La imagen de
Cerati se alineo e idealizo con el personaje principal de la novela que había nacido dentro de mí al ver la fotografía en
la revista. Y empecé a trabajar en la novela a paso lento pues tenía que atender otros escritos más inmediatos para con otras varias publicaciones.
Fue en un día que en lugar de escuchar la música que tenía en
uno de esos viejos iPod tamaño ladrillo puse a gastar la batería de mi celular escuchando la mala señal de radio que ofrecía
cuando me entere del concierto que Cerati daría
dentro de unos días; entre la indecisión al día siguiente me encontré cerca de donde vendían los
boletos, entre y salí con un par. Uno se lo di al chico que llevo la
revista y quedamos de vernos en el lugar.
Tenía asuntos que atender e intente llegar lo más
puntual posible, cosa que no logre. El chico me llamo por teléfono, que andaba preocupado, le explique el asunto y le pedí que disfrutara el concierto por los dos. Rompí el
boleto y lo tire a la basura.
A la mañana siguiente, con el frío de noviembre en la calle, cerca del auditorio
nacional, encontré un gafete tirado del concierto de la noche
anterior, de un miembro del staff, lo guarde en el bolsillo y entre a una
tienda a comprar un café caliente. Regrese a la oficina de mi viejo editor
que estaba a unas cuadras a que terminara de regañarme;
cerca de la hora de la comida, entre las dos y las cuatro de la tarde regresaba
a casa cuando choque con el viejo Cerati.
Al inicio no lo
reconocí pues no estaba acostumbrado a ver imágenes de él, más allá de que la forma de hablar era de un extranjero;
en persona era un poco más viejo de lo que mostraban las fotos, y un poco más pequeño de lo que había
supuesto. Como no reaccione ni hice señas de ser fan la plática
fue banal: los dos pidiendo disculpas por chocar con el otro en una calle tan
amplia, hablando del clima y hacia donde se dirigía el
otro. Le mencione que había trasnochado trabajando y que parecía que el también había pasado una noche larga, asentó con la cabeza y un sonido con la boca señalando
al fondo de la calle llena de arboles que era a donde se dirigía, me di media vuelta y mi mirada termino en el Auditorio Nacional, rápidamente caí de en cuenta creyendo que era alguien del
auditorio y le di el gafete, explicándole que lo encontré a
unos metros de ahí en la mañana y que podía ser
suyo o de un compañero, entonces rió y se presento; hice una baja
exclamación apuntando mi error, estrechamos la mano un poco
más formal y al momento de decirle que era nuevo escucha por su último disco y que no había podido ir a su concierto porque el trabajo se
había extendido los dos recibimos una llamada.
Al terminar las
llamadas los dos nos disculpamos de nueva cuenta y mencionamos que era trabajo,
el se despidió de mi y avanzo hacia el auditorio a los previos
de su segundo concierto, le dije que lo mío tenía
también dirección hacia allá, pero
un poco más lejos. Caminando de regreso le conté los sucesos del día anterior sobre que quería ir a
su concierto pero que no había podido, al llegar al cruce donde separamos
caminos me dijo que lo sentía sobre lo mío, le respondí que
no importaba, que ya seria en otra ocasión y me despedí
encaminando hacia mis asuntos.
No voltee para
atrás a verlo, solo seguí
caminando.
Han sido casi
cinco años, y la novela ha sido rechazada por una docena
de editoriales diciéndome que mejor la haga un guion para cómic. Lo he
pensado seriamente, no hay nada que perder.
Y hoy a media
hora de su muerte me entero que ya no habrá otra
ocasión para hablar del clima o como estamos cada uno
metido en lo suyo que no nos fijamos por donde andamos o en como el trabajo nos
lleva de un lado para otro. Su disco suena alegre en el estéreo, suena tan vivo que parece mentira que acaba de morir. Y siendo que a
muchos les importe mucho y a muchos les importe poco, entre muchos llantos,
muchas canciones que de nueva cuenta sonaran en el radio, muchos conciertos y
entrevistas y reportajes que serán trasmitidos en la tele, y una gran cantidad de búsquedas en internet y reproducciones de vídeos en YouTube.
Estamos en el
mundo que será sin Cerati cerca de ti.
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